Atrás quedaron los nervios, la tensión, las prisas, la incertidumbre, el cansancio…  Igual que el Oso salió de su cueva dando comienzo a un nuevo ciclo, encaramos un nuevo año de preparativos con más ganas que nunca.

Imagen de Pedro G. Losada

Sin embargo, lo primero de todo es hacer balance de lo ocurrido el pasado 8 de enero. Siendo honestos, la Vijanera cada vez es más larga e intensa y no se ciñe a una sola jornada. Todo comenzó hace varios meses, inmersos entre muchos cambios, decíamos adiós a los centenarios locales que vieron como la inmensa mayoría de nosotros nos iniciábamos en esto de ser «vijaneros». Gracias al apoyo recibido en los meses anteriores, podíamos saltar sin miedo a caer entre el crujir de las tablas. Las primeras jornadas las dedicamos a dotarlo de nuestra esencia para convertir lo que era un edificio recién rehabilitado en un local lleno de vida y recuerdos.

Imagen de Pedro G. Losada

 

Otra de las piezas fundamentales sobre la que ha girado la Vijanera 2017 han sido los niños. Después de trabajar junto a ellos en maratonianas jornadas, aguantar fuertes heladas y calmar sus nervios, llegó su momento con la primera Vijanera infantil tras décadas de ausencia. Si hay que buscar uno de los secretos de este año, habría que hacerlo en el brillo de los ojos de niños y niñas del pueblo que nos cargaron las pilas de cara a nuestro gran día. Por este motivo, ha estado presente el recuerdo de los que ya no están con nosotros, pero que tanto lucharon para que actos como el del sábado fuesen una realidad.

Ni que decir tiene que Silió dota a sus tradiciones de un carácter especial, que se se retroalimenta en cada generación y se transmite a quien lo ve desde fuera. Se trata de la unión de un pueblo que por un día muestra su mejor cara al exterior presumiendo con orgullo de mantener algo más que un rito heredado de nuestros mayores. Por ello, fue tan importante ver como todo el pueblo vibraba al jorricar de los campanos de los jóvenes zarramacos.

Imagen de Pedro G. Losada

 

Son muchas las personas que han contribuido a que todo fuese más fácil. Desde los vecinos que desinteresadamente abrieron las portillas de sus fincas para habilitar aparcamientos, hicieron trajes, peleles… y sobre todo nos dieron ánimos cuando los nervios pesaban como una losa difícil de sostener. También damos las gracias a las responsables de los puestos, museo, etc… por ayudarnos en los preparativos y soportarnos valorando que la navidad es diferente en este rincón de Iguña.

Imagen de Pedro G. Losada

Por último, mención especial merecen las mozas de Mundo Sonaja, que hicieron que tanto los preparativos como la jornada del domingo se llenasen de ilusión y de propina hasta nos dejaron una canción que estamos seguros de que va a sonar mucho de aquí en adelante. De hecho, aprovechamos uno de sus versos a modo de declaración de intenciones…

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