La cultura de nuestro pueblo es para muchos de nosotros algo que siempre ha estado ahí, en parte porque ha pasado de generación en generación desde hace siglos con un único paréntesis forzado en el caso de la Vijanera. Y es que como siempre recordamos, para alguien de Silió las navidades son diferentes ya que nuestra ilusión no va acorde con lo esperable en dichas fechas. Son días de trabajo, nervios y emociones que concluyen el primer domingo del año en algo mágico que solo puede describir en su plenitud alguien de Silió. Si a día de hoy somos lo que somos es porque otros antes que nosotros trabajaron apasionadamente para dejarnos un legado tan rico, algo que a día de hoy nos sirve para presumir por todo el mundo. Precisamente es la importancia que damos a nuestros predecesores y su memoria lo que en estos tiempos nos hace ser más cautos aún si cabe.

Esta decisión que vamos a anunciar, no por previsible es menos dura y el hecho de que hayan pasado tantos meses desde que nuestro mundo cambió no hace más llevaderas sus tristes consecuencias. Por lo tanto, queremos comunicar que este año no habrá una Vijanera tal y como la conocemos el primer domingo del año. La situación actual nos obliga a minimizar el riesgo ante la posible llegada de visitantes y nuestro amor por las tradiciones nos exige ser responsables, especialmente con la salud de quienes nos han trasmitido este rico patrimonio inmaterial.

Estos momentos tan duros no se ciñen solamente a lo que debería pasar el 3 de Enero, los preparativos durante estos meses previos eran fundamentales a la hora de asegurar la cohesión intergeneracional de la comunidad. De hecho, ahora mismo la vida de nuestros vecinos ya es diferente porque no se habla de quien será el Zarramaco que llevará más peso, ni qué tema abordará la comparsa. Tampoco hay escayola en las mesas, no hay agujas perdidas, ni cuadrillas de chavales con sacos por el pueblo recogiendo hojas. El desván de nuestro local guarda la ropa sin que nadie la rebusque y el silencio invade nuestro pequeño mundo que en otras circunstancias rebosaría de vida. Todo el pueblo se uniría estos días trabajando en el local, en las cocinas y en sus montes pensando únicamente en lo que iba a pasar ese día. Pese a todo, lo más difícil de estas jornadas es responder a las preguntas de los jóvenes Vijaneros porque para muchos de ellos la tradición es uno de los momentos más esperados del año.

Los nacidos a partir de la década de los ochenta verán por primera vez en su vida un pueblo en silencio el próximo 3 de Enero. Un nudo volverá a apoderase de nuestro estómago, pero por una causa diferente. Mientras, los que conocieron Eneros sin Vijaneras sentirán también ese vacío, algo que ya parecía que nunca iba a volver a suceder. No habrá trapas mojándose en las pozas, ni rostros cubiertos por el tizne, ni manjuelos al aire. Tampoco se comerán las chichas en el almuerzo, ni el orujo calentará las gargantas en mitad de la fría mañana. No habrá prisas, ni nervios, ni caretas que protejan el torrente de sentimientos que se ocultan tras un rito con tanta carga simbólica. Sin embargo, debemos aprovechar ese momento para que nuestra memoria rescate los recuerdos vividos y así ser aún más conscientes de lo afortunados que somos. Las calles ese día estarán vacías, pero llenaremos ese hueco.

No somos dados a contar los años ya que, entre otros motivos, aún queda gente en nuestro pueblo que vivió las Vijaneras de principios de siglo. Sin embargo, precisamente hoy faltarían solo 40 días para celebrar lo que sería la Vijanera nº 40 en Silió tras años de ausencia. En esta fecha tan especial queremos dejar patente que seguiremos trabajando aún con más ganas por este rito milenario, auténtica seña de identidad de nuestra cultura tradicional. Además, la casualidad ha querido que este momento llegue precisamente cuando el ansiado reconocimiento como Bien de Interés Cultural con carácter inmaterial está más cerca que nunca.

Ni que decir tiene que este sencillo escrito es a la vez el más complicado y doloroso que ha tenido que afrontar la Asociación. Realizar este descanso obligado nos servirá para coger aún más fuerza de cara al año próximo y prometemos que seguiremos defendiendo la cultura tradicional de nuestra región. No en vano, hace casi 100 años los antiguos Vijaneros de Silió hablaban ya de que este rito era honra de nuestra patria chica. Por esta razón, estaremos eternamente orgullosos de haber nacido y crecido en este verde rincón al pie de la cordillera. Este lugar cargado de historia que en este siglo XXI se reivindica como el mejor guardián de nuestras tradiciones que, dicho sea de paso, para nosotros son las mejores del mundo.

Por último, solo nos queda esperar que los males pasen pronto aunque este año no podamos salir a espantarlos. En este momento nuestra amenaza no es el Oso, se trata de un enemigo invisible al que de igual modo debemos vencer. Por lo tanto, no se nos ocurre otra forma de cerrar estas líneas que gritando un fuerte y sonoro !Viva Silió y que viva la VIJANERA!.