Pocas cosas unen más a un colectivo que sentirse poseedores de un hecho diferencial. Se trate de un entorno físico, un tipo de arquitectura, una lengua… estos elementos sirven como ejes para reafirmar un sentimiento de orgullo que van incorporando de manera casi inconsciente las diferentes generaciones. En una sociedad en la que la unión era más que una opción una necesidad, nuestros antepasados supieron fomentar ese sentimiento de comunidad que cristalizaba en el día a día del trabajo en los praos, las tierras y el monte, pero que en determinados momentos también trascendía esa cotidianeidad para convertirse en tradiciones. En nuestra zona, tuvieron gran importancia los ritos asociados a los cambios de ciclo apareciendo: las Vijaneras, los Truidos, las Marzas, las Mayas, los Castilletes o Torres de Rodales o los “Inocentes”.

En primer lugar y con objeto de entender mejor qué es lo que concebimos como patrimonio inmaterial, creo que se hace necesario aludir a la convención de 2003 para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial en la que la Unesco realiza la siguiente definición:

“Patrimonio cultural inmaterial significa las prácticas, representaciones, expresiones, conocimientos y habilidades – así como los instrumentos, los objetos y artefactos, los espacios culturales asociados con los mismo que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconocen como parte de su legado cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, transmitido de generación a generación, es constantemente recreado por comunidades y grupos en respuesta a su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, y les proporciona un sentido de identidad y continuidad, promoviendo de este modo el respeto por la diversidad cultural y la creatividad humana.”

Zarramacos a su paso por el barrio de Rozas (Silió). Asociación Cultural Amigos de la Vijanera. 2019

 

La tradición oral es la cadena de transmisión que ha permitido ese trasvase de conocimientos desde tiempo inmemorial. Sin embargo, en ocasiones aparecen fuentes escritas que recompensan la intensa y abnegada dedicación que requiere trabajar en el ámbito de las tradiciones. Hallazgos de este tipo trascienden lo meramente científico rozando lo sentimental, ya que nos conectan con una sociedad de la cual somos herederos, en muchos casos incluso a nivel sanguíneo.

Mostramos aquí una serie de datos históricos que nos hablan de la importancia que tenía para los antiguos habitantes de este rincón del valle de Iguña esta fiesta, que por cierto en otros lugares en la misma época era ya tildada como propia de salvajes. La primera constancia escrita alusiva al rito dice así:

“Cuenta del gasto hecho por los Regidores en nombre del Concejo en el abierto de Manuel Saiz Mesones en el año de mil ochocientos cuarenta y nuebe.

Primeramente, una cantara de vino Tinto que franqueó el concejo a los de la Viejanera (17 reales).

Reseña en el libro de cuentas del Concejo de Silió en 1849

Este apunte, relativo a la Vijanera que se celebró el 31 de diciembre de 1848, constituye uno de los documentos civiles referentes a mascaradas más antiguos de todos los que se conservan en la península, ya que en su mayoría dichas fiestas eran mencionadas a consecuencias de sanciones o críticas por parte de los estamentos religiosos. Llama la atención la aclaración acerca del tipo de vino a entregar a los mozos anotándolo con posterioridad, posiblemente a raíz de una petición de los mismos. También la mención de “Viejanera” algo que nos hace pensar en una relación muy directa entre esta denominación y la fecha de celebración de la misma que en Silió era siempre el día de Nochevieja.

Años más tarde, también se deja constancia de otra entrega de vino:

“Lo de cincuenta y ocho reales del vino que se les dio a los Mozos para la Vijanera”.

Reseña en el libro de cuentas del Concejo de Silió en 1862

Ya en el siglo XX siguen documentándose diferentes Vijaneras en este caso, a consecuencia de altercados provocados en la posterior comida la semana siguiente como recoge esta noticia de prensa de 1903:

“Resultas de la “Vejanera”

Los mozos de Silió celebraban el día de Reyes una fiesta con los productos recogidos en la Vejanera, que corrieron el último día del pasado año y al terminar la comida, por si habían o no de jugar un partido de bolos, se suscitó una acalorada reyerta entre varios jóvenes, que se fueron a las manos, tirándose a la cabeza bolas y bolos, resultando gravemente herido José Balsa, que durante media hora permaneció privado de sentido a consecuencia de un bolazo que recibió en la cabeza.

El médico calificó de pronóstico reservado las heridas que tenía.

La reunión con este motivo se deshizo y algunos de los mozos se dirigieron a Molledo, donde por la noche se celebraba también la Vejanera.

En esta “juerguecita” hubo su correspondiente reyerta, promoviéndose entre varios jóvenes de Silió, que trataban de agredirse, un gran escándalo…”

Periódico El Cantábrico. Enero 1903

En otras ocasiones elaboraban las “campañas promocionales” de la época. Es cuanto menos curioso leer esto en un periodo como el actual en el que este tipo de tradiciones ven cómo se cierne sobre ellas la amenaza de una afluencia masiva.

Este llamamiento a disfrutar de la tradición en Silió el último día de 1933 decía así:

“Organizada por la juventud de este pueblo, se celebrará hoy, día 31, como fin de año, una gran “vejanera”, que promete estar animadísima, dado el entusiasmo desplegado por los organizadores, que ponen todo su empeño en que resulte un día agradable para los que concurran a ver esa fiesta tan típica y popular, y a la que eran tan aficionados nuestros antepasados. Es de esperar que, sin que pierda su carácter viril, resulte de buen gusto y humor, descontando nuestros jóvenes, una vez más, la cultura de que gozan, que es honra de nuestra patria chica y orgullo de la Montaña. Esperamos que acuda buen número de forasteros al pueblo de Silió, a regocijarse con un espectáculo tan típico, que, como otros muchos, va desapareciendo, y que hace pocos años era recibido en el Valle de Iguña con gran algazara y contento.”

Periódico El Cantábrico. 31 de diciembre de 1933

Cabe apuntar que en la prensa generalmente aparece la denominación “Vejanera”, ya que estaba muy extendida en partes del valle de Iguña y de Toranzo. Sin embargo, en las anotaciones del concejo de Silió y la mayor parte de los testimonios recogidos en el pueblo casi siempre se habla de “Vijanera”, salvo en la primera mención en la que se emplea el término “Viejanera”. El hecho de que se celebrase siempre el último día del año unido a la importancia, muchas veces minusvalorada, del personaje de la vieja hacen que sea necesario replantearse muchas de las teorías acerca del origen etimológico del término.

En la actualidad, existen dos crecientes amenazas que pueden alterar la esencia de este tipo de ritos. Por un lado, está la banalización o simplificación surgida como consecuencia de intentar encontrar repuestas con argumentos del siglo XXI a ritos milenarios. El otro riesgo es precisamente la fosilización. En este sentido, estos documentos ponen de manifiesto cómo la fiesta evolucionó en un periodo de unos 100 años y habría seguido haciéndolo de no haberse cortado de manera abrupta. Es necesario entender este tipo de tradiciones como una amalgama de diferentes capas en las que, sobre un núcleo central, han quedado adheridas trazas de diferentes periodos históricos. En 1849 obviamente no podían aparecer personajes como los documentados en el primer tercio del siglo XX que son posteriores a esa fecha como por ejemplo los guardias civiles cuya creación es casi contemporánea al apunte. Tampoco en esa “Viejanera” aparecerían el Indiano, cuya figura tal y como la entendemos surge años después y mucho menos el fotógrafo de cuya existencia como profesión nadie en la zona tendría constancia en esa época.

Todo este peso y gran responsabilidad debe recaer sobre los cimientos bien construidos por los portadores de las tradiciones. Por todo ello, las recuperaciones recientes de los otros ritos estacionales del pueblo ayudan a destacar aún más esa identidad propia, sirviendo de nexo entre una sociedad rural que conformó lo que somos hoy en día y un futuro en el que todo el planeta tiende a la uniformidad cultural. Convendría reflexionar acerca de la inmensa responsabilidad que tenemos como colectivo a la hora de censurar y evitar malas prácticas relacionadas con la innegable influencia de la modernidad y el reconocimiento como reclamo, no como gratificante consecuencia del trabajo bien hecho.

Sirva este breve artículo para agradecer una vez más a todos y cada uno de los Vijaneros que, desde hace siglos, vienen manteniendo esta llama encendida y no permitieron que su identidad cultural cayese en el olvido.

Asociación Cultural Amigos de la Vijanera

 

Fuentes consultadas y agradecimientos:

Actas del concejo de Silió puestas en valor por Pilar Villegas y la Junta Vecinal.

Artículos de “El Cantábrico” recogidos en diferentes trabajos de investigación acerca de la Vijanera realizados por Sara del Hoyo Maza.